Queridos amigos,

 

Dentro de la sección de entrevistas a mamás y papás emprededores del blog hoy os traigo a Laura, mujer que da vida a Canela y Coco , chef especializada en la elaboración de comida sin gluten, sin lácteos y sin azúcar.

Cree que en el calor de la cocina, se cuecen los alimentos que nos nutren y son la clave de nuestra salud física y emocional.

Desde Canela y Coco ayuda a las personas a preparar versiones de platos tradicionales con ingredientes naturales, para que puedan disfrutarlos sin gluten, sin lácteos y sin azúcar refinada cuidando de su salud.

Además desarrolla estrategias, recomendaciones y recetas para comer saludable sin pasarse horas en la cocina.

¿Nos cuentas un poquito de tu historia?

 

Hace 7 años comencé un camino de transformación personal que me hizo descubrir dos cosas: mi pasión por la cocina, y la relación de los alimentos con la salud y las emociones.

En mi cocina no sigo muchas normas, ni recetas al pie de la letra, pero cocino de acuerdo a estos principios: sin lácteos, gluten, azúcares refinados o comida procesada.

Desde que Canela y Coco vio la luz, más de 10.000 personas se han sumado a esta comunidad convencidos que un cambio en la alimentación es esencial si queremos recuperar la salud de nuestro cuerpo.

Si te ponés a pensar nos alimentamos muchas veces al día. Por ello si te encontrás mal, tenés un problema de salud o querés un cambio empezar por los alimentos puede ser un buen punto de partida y revolucionario a la vez.

Si eres de los que te gusta la cocina tanto como a mí, puedes experimentar con las recetas que voy colgando o apuntarte a mis talleres donde aprenderás de primera mano trucos y consejos sobre la cocina saludable.

Pero si la cocina no es lo tuyo, ¡No te preocupes! Yo puedo cocinar cosas ricas para que las disfrutes y compartas.

Nací en Córdoba, Argentina en 1981, aunque desde hace 10 años vivo en Madrid.

Vine a hacer un Master, me surgió una oportunidad laboral y decidí quedarme. Me licencié en Marketing y desde que comencé con mis estudios trabajé en sitios relacionados con lo comercial y la publicidad.

A los 30 años monté una agencia de marketing y publicidad, porque ese había sido mi sueño de estudiante y durante 2 años me convencí que debía ser feliz por haberlo logrado. Pero algo dentro de mí me decía que por ahí no estaba el camino.

Mi relación con la comida no ha sido siempre sana y nutricia, sino por el contrario he vivido una relación de llenado y vacío que me ha hecho comprender su gran influencia en los estados emocionales.

Haciendo un recorrido consciente de todo este camino transitado y con un problema serio de tiroides de por medio, una idea me empezó a rondar por mi cabeza, quizás algo que había quedado perdido entre tanto kilómetro desandado, y era que para recobrar la salud había algo que podía hacer desde lo más simple y cotidiano.

Estaba convencida que la alimentación, la escucha de la sintomatología del cuerpo, las emociones y el movimiento trabajados en conjunto podían reestablecer el equilibrio interno de mi cuerpo.

Por desconfianza en mi intuición principalmente, acudí a varios nutricionistas tradicionales, de los que te pesan, te mandan un listado de las cosas que se pueden comer y de las que no, te miden el índice de grasa corporal, etc. y la experiencia no fue satisfactoria. Bajaba de peso, sí, pero también aumentaba mi obsesión por la comida: pesando cada gramo, pensando en lo que marcaría la balanza, sufriendo si tenía que ir a algún sitio.

Y todo esto no lo veía normal básicamente porque no me hacía sentir bien y no era feliz.

Abandoné todo y empecé a leer por mi cuenta la relación entre las emociones y la nutrición, cómo cada mínima cosita importa: dónde trabajemos, el entorno que tengamos, los alimentos que ingerimos y de dónde provienen, cuánto descansemos, el ritmo de vida que llevemos, las actividades que realicemos, la pareja que elijamos; porque todo eso nos nutre a cada momento.

Antes de que surgiera Canela y Coco, comencé a experimentar y a jugar en la cocina proponiéndome como base incorporar alimentos verdaderos y disfrutar de lo que hacía, recordándome a cada momento que esto formaba parte de lo que luego sería “mi alimento”, olvidándome poco a poco de las calorías, de las cantidades y de los pesos.

Por primera vez en mi vida podía sentarme a comer con gozo, con disfrute y sabiendo que ese alimento formaría parte de mi estado de salud.

Este proceso a mí me ha servido para comprender que la alimentación es una decisión personal, pero que está íntimamente relacionada con nuestra salud y con cómo nos sentimos.

Mi manera de alimentarme va alineada a un planteamiento evolutivo de la nutrición, porque resuena dentro mío y es lo que hoy me funciona.

Creo en la cocina que incluye, que puede ser disfrutada y compartida, lejos de corrientes, estereotipos y etiquetas.

En mi familia todos cocinamos, aunque cada uno tiene sus especialidades:

  • Mis abuelas cocinaban para comedores y muchísima gente: La paterna era la gourmet y la materna era la campera.
  • Mi mamá se ha especializado en repostería tradicional, aunque sólo alimenta a mi familia.
  • Mi papá cocina sólo los domingos y ensucia media cocina; su especialidad: asados, carnes y salsas.
  • Mi hermano ama hacer fuego, así que sus especialidades son a la parrilla: pizzas, asados y verduras.
  • Mi hermana cocina de todo, a su estilo y sin recetas. Creo que su especialidad es con lo que tenga en la nevera.

 

He cocinado desde pequeña ya que la cocina era el centro de todo lo que pasaba en mi casa y en la de mis abuelas. Y aunque hubo un gran paréntesis donde la cocina dejó de ser para mí una fuente de creatividad, resurgió para restablecer mi salud focalizándome en un tipo especial de alimentación sin gluten, sin lácteos y sin azúcares refinadas.

Canela y Coco nació como un brotecito insipiente de mis pasiones dormidas, de aquellas que nadie dejó que explorase y que constituyen hoy mi energía vital: Nutrir, alimentar, cocinar, enseñar, compartir y dar desde la salud y el amor hacia uno mismo y hacia los demás.

¿Cómo viviste el tsunami de la maternidad?

 

Hace unos años la cocina fue el espacio en donde hice el proceso terapéutico más hermoso y sanador de mi vida. Y el fruto fue dar vida a Canela y Coco a la par que nacía una Laura que no conocía.

Me di permiso para conectar la alimentación y su impacto en como nos sentimos a través de experimentar y jugar a desandar recetas tradicionales, adaptándolas sin gluten, sin lácteos y sin azúcar.

 Y así poco a poco, me fui transformando de dentro hacia afuera. Fui sanando heridas, sintiéndome fuerte y recuperando mi salud.

Mi propósito hace 7 años era sentirme mejor conmigo misma para poder gestar y dar vida a otro ser, regalándole la mejor casa en mi interior que pudiera.

En el medio comencé a compartir mis experiencias, mis recetas y mis aprendizajes en Talleres presenciales y online, acompañamientos personales de cambio de hábitos, caterings saludables y menús personalizados a domicilio para quienes quieren comer sano y no tienen tiempo. 

La cocina se hizo expansiva a niños y adultos y fui poco a poco aportando en cada uno de ellos la semilla de que nutrirnos es un acto de amor hacia nosotros y nuestro cuerpo.

La maternidad llegó hace 1 año a mi vida y dio vueltas todo como un tsunami.

Este pequeño vino a enseñarme que la vida va en otros tiempos, a aceptar que a pesar de mis errores, estoy llena de grandeza, a comprender la belleza de lo ordinario.

La intensidad del puerperio, la demanda, la soledad, el cansancio y a la vez el amor más grande que he sentido nunca.

Gestar, dar vida, sostener y criar con amor, respeto, escucha, empatia y coherencia es para valientes. Pero sé que al cambiar la manera de criar, cambiaremos el mundo.

 

¿Se puede cambiar la relación que tenemos con la comida?

 

Yo decidí cambiar mis malos hábitos -así en general- porque mi salud estaba comprometida por el hipotiroidismo de hashimoto y yo, que soy cabezona, le libré una batalla y me propuse ganarla.

Pero si hace 7 años no hubiera tomado esa decisión, hoy por mi hijo lo haría.

 Así como me reviso cada acción que tengo, cada frase que digo, cada valor que enseño con mi ejemplo, la alimentación es una forma de enseñar.

 🌿Aprende el respeto por las señales de su cuerpo: hambre, saciedad.

 🌿A explorar los sabores, formas, texturas, olores y decidir con cuales se queda.

 🌿A comer con placer y disfrute, sin premios ni castigos.

 🌿A compartir valores familiares alrededor de la mesa como la escucha, la amabilidad y el amor.

 

Puede que sea una tontería, pero soy feliz y me siento coherente, cuando Luca me mira si estoy comiendo algo y puedo darle un pedacito.

Aquello de lo que me nutro puedo dárselo a este pequeñín de 7 meses, porque es comida real, que adaptada en formato puede ser su alimento.

Y por eso me pregunto, si no se lo daríamos a nuestro hijo por la cantidad de m@#$da que tiene un producto ¿Por qué lo comemos nosotros?

Estamos pendientes de que coma verdura, frutas, cereales y proteínas con todo el mimo y el amor del mundo, sin embargo no hacemos por cuidarnos nosotros con ese mismo amor.

Transformar la relación que mantenemos con la comida y que impacta en nuestras emociones es nuestra responsabilidad y nuestro super poder.

Laura es autora de un precioso ebook sobre Desayunos saludables que además está dentro del bundle de Navidad (del que te hablé en este post) del que te he estado hablando estos días. La semana pasada estuvimos hablando en directo en Instagram de todo esto y yo me enamoré de su servivios estrella: chef a domicilio que puede prepararte un menú de 25 platos en función de tus necesidades. Puedes vernos aquí:

 

Espero que te haya gustado esta entrevista, recuerda que solo queda un día para poder llevarte esta biblioteca de conocimiento que suponen los 120 ebooks del bundle, y que además si apoyas mi trabajo como mamá emprendedora te regalaré el acceso durante dos meses a dos módulos de formación de mi programa Montessori Transformation y entrarás en un sorteo de una caja misteriosa Montessori.

¡Mil gracias y feliz semana!

 

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