La elipse Montessori

En todos mis cursos dirigidos tanto a familias como a docentes recomiendo intentar visitar un colegio Montessori para poder sentir cómo es un ambiente preparado y esa especie de magia que se respira (para las personas que vivimos en España me parece muy útil consultar el directorio Ludus para ver dónde hay uno cercano a nuestra ciudad).

Una vez dentro del aula se respira un ambiente de paz y serenidad que invita a la concentración y el trabajo con materiales manipulativos.

La primera vez nos llaman la atención muchas cosas, como por ejemplo la belleza estética, el orden, la luz natural, el minimalismo.. Estos conceptos se tienen muy en cuenta, ya que normalmente las aulas tradicionales pecan de exceso de ruido visual o algo de sobreestimulación (como por ejemplo mesas y mobiliario verde, pintura de las paredes verde o amarilla, todas llenas de carteles, murales, etc).

En las escuelas Montessori generalmente el mobiliario es en madera natural para que sea lo más neutro posible, y en las paredes intenta no colocarse nada por encima de la altura de los niños (son pequeños detalles, pero realmente muy importantes).

Uno de los aspectos que suele llamar mucho la atención en las aulas de segundo ciclo, (Casa de Niños, donde encontramos peques de 3 a 6 años), es la elipse dibujada en el suelo (generalmente con cinta de carrocero). ¿Para qué está y qué uso se le da?

Pues bien, es uno de los elementos importantes del ambiente y sirve para muchas cosas:

Juntarse en asamblea (no hay niños delante y otros detrás, todos están al mismo nivel, para ello ha de ser suficientemente grande).
Contar cuentos o hacer presentaciones de grupo.
Proponer actividades para las que los niños necesiten reunirse, como por ejemplo el juego del silencio.

¿Por qué una elipse y no una circunferencia o una forma cuadrangular?

Geométricamente, la elipse es el lugar de todos los puntos de un plano, tales que la suma de las distancias a otros dos puntos fijos llamados focos es constante.

Dentro del área de aprendizaje de la vida práctica (una de las cinco principales del método), encontramos las actividades que buscan el conocimiento y control del propio cuerpo.

La Doctora Montessori daba mucha importancia al movimiento, ya que nos ayuda a desarrollar la mente, incluso habla de los recuerdos de su propia infancia:

“Lo más difícil es caminar guardando el equilibrio y el balance en la posición más difícil como, por ejemplo, caminar en las vías. Si los niños encuentran cualquier clase de rastro, ellos caminan sobre este y esto corresponde a la necesidad que ellos tienen de ejercitar su falta de equilibrio, o de la gracia de los movimientos que provienen de esto, así como el aprender a caminar al poner los pies lo más cercanos posible uno frente al otro. Yo recuerdo siendo una niña pequeña, en la escuela regular teníamos recreo; de inmediato al sonar la campana todos correríamos a caminar sobre la barda. Para los principiantes tomaríamos la mano de unos y otros, pero el objetivo era lograrlo sin asistencia. En mi memoria parece que lo hicimos día tras día sin ninguna maestra alrededor.”

Foto: 1919, Casa de niños en Berlin-Lankwitz. (Alemania). Ejercicios de equilibrio con acompañamiento al piano.

La forma elíptica de la línea es precisamente el punto de interés para el niño. Si la forma fuese una circunferencia el radio de giro sería constante y esto haría que la atención del niño se dispersase. si la forma fuera cuadrangular el niño tendría que detener sus movimientos abruptamente en cada esquina, por lo que no resultarían fluidos.

En una elipse podemos caminar con movimiento fluido, sin detenernos prestando máxima atención a la forma geométrica, bajando el ritmo en los contornos angostos, y aumentándolo en los lados con menos curvatura, por lo cual desarrollamos más la concentración, que es uno de los objetivos que se trabajan en la infancia.

Tal y como decía Mario Montessori: “En la dificultad está el interés”.

“Cuando un niño es amo de sus pies al caminar, su atención se puede distribuir en sus diferentes movimientos. Así, el niño podrá llevar un vaso de agua y sostenerlo de forma que el agua no se derramará, si no pone atención en el vaso, mientras él observa sus pies, el agua se derramará. Entonces su atención, poco a poco se dirige a todo su cuerpo, dejando sus pies derechos sobre la línea y tomando el vaso correctamente y se hace consciente de todo su cuerpo.”

El ejercicio de caminar sobre la línea es una de ellas, y ofrece al niño la posibilidad de adquirir equilibrio, de refinar movimiento coordinado y de mejorar su postura.

Hay muchas variaciones de esta actividad: desde hacerla con líneas más rectas para niños más pequeños (normalmente líneas rectas o en zig-zag para primer ciclo) hasta aumentar la complejidad al tener que llevar objetos como una campana sin que suene, bandejas o incluso vasos de agua cuando los niños son más mayores (ejercicios de caminar sobre la línea en 0-3 años o caminar sobre la elipse en 3-6 años).

A mí me gusta mucho realizar este ejercicio con adultos en mis cursos presenciales para que juntos podamos experimentar esa sensación de equilibrio y ese control de la voluntad a la hora de esperar los turnos para entrar en la elipse y después realizar la hoja de álbum.

Por último y antes de despedirme, me gustaría contar una curiosidad: En las escuelas de la época de Montessori este ejercicio iba unido a la educación musical. Anna Maccheronni, una de sus discípulas más importantes, solía tocar al piano una melodía de tal modo que los niños caminaban moviéndose al compás de la misma.

De hecho, en la Casa de Niños de Milán se podía ver como el Aula de Música y Conversación ocupaba la mitad de la superficie de la planta.

Plano de Planta de la escuela de Milán, dirigida por Anna Maria Maccheroni entre 1908 y 1909.

¿Conocías todo esto?

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