Muy buenas!

2019 comienza cargado de proyectos, he de decir que tengo mucho trabajo pero estoy más feliz que nunca. En mi trayectoria como emprendedora he pasado por muchos momentos distintos, esto de emprender es como una montaña rusa de emociones, unas veces estás en la bajada, y sientes miedo, mucho miedo, otras veces te entran ganas de tirar la toalla, te vuelve el conocido síndrome del impostor (si estás en este mundo sabrás muy bien de lo que te hablo), y otras simplemente te preguntas por qué haces lo que haces. Hoy por primera vez puedo decir que me encuentro en la parte de arriba de la montaña, y que desde ahí veo todo con perspectiva, y a la vez con paz, mucha paz, porque por fin conozco a la perfección cuál es mi propósito, lo que deseo hacer, el legado que quiero dejar, el ejemplo que quiero dar a mis hijos, y además, puedo vivir de ello, lo cual me hace inmensamente feliz.

 

 

Es cierto que para encajar en el mundo del emprendimiento tienes que hacer un cambio de mentalidad muy grande, enorme, sobre todo cuando vienes del otro lado de Matrix, es decir, de tener un “trabajo normal”, en el que hagas lo que hagas, te pagan a final de mes, (mejor o peor, antes o después, con horas extras o sin ellas.) Reconozco que eso da mucha seguridad, y este otro lado asusta, y mucho. Pero por otra parte la sensación de saber que puedes crear “cosas” que tengan valor para otras personas y que te pagen por ellas, mientras que a la vez las estás ayudando, es maravillosa. Cada vez que recibo un email de una familia que me cuenta que le he cambiado la vida (como por ejemplo este vídeo testimonio) se me eriza la piel, y eso, no lo cambio por la mejor nómina del mundo, la paga de Navidad o la palmadita en la espalda del jefe.

 

Aquellos que son más felices son los que hacen más por otros. Booker T. Washinton 

 

He dado un giro de 180 grados a mi carrera profesional, estudié una ingeniería, tengo un MBA, un postgrado, y he trabajado casi 15 años como tal en grandes multinacionales, (PSA Peugeor-Citroën, ARIBUS…etc). Siempre en mundos industriales rodeada de hombres. He sido una luchadora incansable, de las pocas mujeres en un mundo de hombres y con cargos de responsabilidad. En la última empresa para la que trabajé estuve siete años, tenia un trabajo cómodo, un buen sueldo, un buen horario que me permitía salir pronto para llegar a recoger a mi hija al colegio, reportaba directamente a comité de dirección.. Pero cada día sentía que moría un poco por dentro.. Al poco de terminar la Universidad había hecho el Máster, porque en mi cabeza siempre estuvo la idea de no jubilarme trabajando para otros. En ese tipo de formaciones se aprende mucho, muchísimo, no digo que no, a cómo gestionar una empresa, pero una empresa ya creada, no la tuya. ¿Dónde te explican cómo hacerte emprendedora y diseñar tu propio proyecto de vida?

Yo pensaba que había que tener o mucho dinero para poder meterte en algo grande que funcionara, (como por ejemplo montar una franquicia, cosa que también investigué), o tener una noche una idea feliz, algo que se convirtiera en la gallina de los huevos de oro.. Pero seguían pasando los años y a mí no se me ocurría nada..

 

 

Cuando la maternidad llegó a mi vida, (hace ya 8 años), comencé a darme cuenta de mi pasión por la infancia y la educación respetuosa, ya que, sobre todo, en mi trabajo como ingeniera tuve la oportunidad de hacer mucha formación y liderar equipos de mejora, y me daba cuenta de todas las creencias limitantes, de los bloqueos de los trabajadores, de los “esto siempre se ha hecho así“, de los “a mi no me pagan por pensar“, de los “si lo hacemos de otra manera lo mismo sobramos y nos echan“… Me di cuenta de cómo vivimos siempre en la cultura del miedo, de lo fácil que es que el sistema nos manipule, nos tenga ahí atados, de la cantidad de PERSONAS que tienen un trabajo que no les gusta, pero que mantienen durante años porque “esto es lo que hay” o porque “yo no valgo para otra cosa”.

Así que poco a poco yo comencé a formarme en aquello que me apasionaba, comencé a dar mis propios cursos, me dí cuenta de que yo podía aportar, ayudar a otros, y que eso me hacía inmensamente feliz. Empecé a desarrollar mi emprendimiento montando mi web sin tener ni idea, siendo muy autodidacta, acostándome a las mil, porque disfrutaba lo que hacía. Fueron pasando los años, y mi proyecto iba creciendo, pero siempre me lo tomé como un hobby.

Cuando con la crisis empezaron los despidos masivos y expedientes de regulación de empleo algo en mi interior deseaba que mi nombre apareciera en una de esas listas, eso podía ser el empujón que necesitaba para tomármelo en serio de una vez por todas, pero no llegaba.. Al fin salió en la última y he de decir que yo estaba más feliz que un regaliz. Veía a mi alrededor caras de pánico, vidas destrozadas, cabezas de familia a los que se les daba la carta sin temblar la mano, personas que habían pasado 25 o 30 años en la misma empresa y que de repente pasaban a ser un “recurso” que sobraba.. Me juré a mi misma que eso a mí no me pasaría nunca, que hay que saber reinventarse las veces que haga falta, estar en el mercado, o mejor aún, crear tu propio trabajopara no depender de jefes a los que no importas en absoluto, para no ser un RECURSO, porque lo de HUMANO parece que se queda en el tintero..

Me lo empecé a tomar más en serio, hice un montón de formación para emprendedores que me ofreció la concejalía de empleo de mi localidad, (los cuales valoro muchísimo, luego pagaba más feliz el IBI, jeje). Después, me volví a quedar embarazada, nos fuimos a vivir a México, y pasaron muchas cosas trascendentales en mi vida.

Pero sabes qué, no fue hasta que no se acabó la prestación por desempleo, y hasta que no me vi sola con mis hijos, que no me lo tomé 100% en serio. Las personas allegadas me decían que volviera a buscar un “trabajo normal de ingeniera“, que es lo que soy, (y sigue siendo verdad, mi título no me lo quita nadie). Cuando me visualicé yendo a entrevistas, volviéndome a encontrar con jefes cafres, encontrando un empleo por la mitad de salario y teniendo un horario que no me permitiera estar con mis hijos, (que me necesitaban más que nunca), se me abrían las carnes.

 

Así que así fue como la vida me hizo dar con Marielys Ávila, la que a día de hoy es mi mentora, (y he tenido varias en todos estos años), y ella me hizo una pregunta que supuso para mí el despertar de mi conciencia. ¿Por qué no vives aún de tu negocio? Yo llevaba ya cinco años, no me iba muy mal, había publicado mi libro, tenía colaboraciones estables, más mis ingresos por los cursos que iba haciendo, pero vivía en esa inseguridad constante, en ese “no creérmelo del todo“, es ese “lo intento un poco más y si no ya busco trabajo“. Estaba pasando el peor año de mi vida, (tuve que regresar de México sola con mis hijos tras vivir dos terremotos muy fuertes que dejaron nuestra casa inhabitable), tenía muchos problemas familiares bastante complicados que aún a día de hoy siguen sin resolverse, y un bloqueo interior grandísimo. Vamos, literalmente no sabía qué hacer con mi vida. ¿Te suena?

Entonces llegó ella y su pregunta, y decidí arriesgar y apostar por mí, porque solo se vive una vez, y no quiero irme preguntándome siempre por qué no lo intenté..

Puedo decir que en el siguiente trimestre de autónoma doblé mi facturación, así, tal cual. Tuve que hacer un cambio de mentalidad muy grande, pero en esta ocasión trabajar el creérmelo, el que era posible, y el que yo lo merecía, (a base de trabajo, eso por su puesto, porque los cambios “duelen”). Por al fin vi que siempre podemos ayudar a los demás, con nuestra mochila de vida, nuestra experiencia y ganas, y que los proyectos que nacen desde el corazón y no desde la necesidad, son los que funcionan.

Y quiero que tú también puedas hacer realidad tus sueños, esta es la razón por la que te cuento todo esto. Porque si yo he podido, tú puedes. Soy una mujer normal, con mis errores, (muchos), mis aprendizajes, y mis ojeras, (bimadre). No tengo la capa de super woman en el armario, ni una casa de foto de Instagram. Pero lo he conseguido. Todo lo que tú quieres y deseas, está al otro lado del miedo, así que te animo a que des ese paso, te armes de valor, y aunque sea temblando, pruebes a ver qué pasa, no tienes nada que perder, o a veces lo que tienes que perder es más bien el coste de oportunidad por no intentarlo.

Marielys viene a Madrid el fin de semana del 9 y 10 de febrero porque organiza un gran evento para emprendedoras, un fin de semana que te aseguro que puede cambiarte la vida, tal y como me la cambió a mí.

Podría contarte muchas cosas de lo que va a pasar ahí, de los super ponentes invitados que acudirán para dar aún más valor a las jornadas, pero me gustaría que lo vieras por tí misma pinchando en la imagen, y si te atrae, llámame y te cuento, porque apenas quedan entradas.

¿Te veo allí?

 

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